lunes, 18 de noviembre de 2013

Historia sin histeria

La conocí un viernes por la tarde. Llevaba a Borges, Bryce y Baudelaire bajo el brazo y caminaba hacia el conocido café. Era poco crédula de las citas a ciegas, y menos aún si era por voluntad propia. Pero algo en mí me decía que debía ir. Después de su "cuídese siempre" me quedé pensando frente a la computadora un lunes por la noche. Meditando en si todo era cierto o no, si lo que me gustaba de todo era el misterio o mis ganas de tener algo nuevo en mi vida. Los días siguientes no conversamos, entonces debí tomar su palabra en serio. Le dí mi número de teléfono, por si se hacía tarde. Odio esperar mucho a las personas. Y ahí estaba yo, afuera del café y mirando la línea de entrada. No sabía si entrar o no, mientras me iba ruborizando más y más. Y los tres escritores con B se hacían más pesados. Decidí retroceder y olvidar todo de camino a casa. Estaba a media cuadra y empezando a arrepentirme de todo cuando ella llamó. "Discúlpeme, tuve un percance en el taxi. Estoy muy cerca" y bastó eso para emprender mi retorno a la entrada del café. Su voz. Era la primera vez que la escuchaba y la amé. Aunque mi fidelidad a la novia (en ese entonces) actual me retenía, el hecho de saber que por fin iba a conocer a la persona que me había hecho regresar a los libros podía más. Estaba parada y empezó a lloviznar. Entré al café y ella me alcanzó en dos segundos. "La ví desde afuera, no me vió?" y morí. Juro que morí ese día cuando la miré. Los libros casi se me caen y no sabía qué decir. Solo se me ocurrió ir a una mesa y aparentar ser una persona demasiado segura. La conversación fluyó rápidamente, me hablaba y la escuchaba, sentía que podía leer mi mente con solo mirarme. Me asusté. Miró mis libros y le indiqué que se los prestaría. No tenía nada que perder ni que ganar con eso. Sonrió y se arregló el cabello. Seguimos conversando sobre el amor y otras enfermedades. Como era de esperar, mi fidelidad casi ciega salió a relucir indicando que yo tenía novia. "No creo en las relaciones" me dijo sentenciando. Y he aquí su explicación de por qué no son dables: "Las relaciones, como todo en la vida, mueren. Es inevitable. Las personas no se pertenecen unas a otras, no creo en decir que alguien es mío porque naturalmente no lo es. Amar no es apropiarse y las relaciones son eso. A las formales, me refiero. Lo mejor es dejarse llevar y amar con libertad, con eso que sale a la luz solo entre dos personas" y luego bajó la mirada. Me pareció bisexual, sí...en mi corto pensamiento lésbico, lo entendí así. Pero no le refuté, prefería respetar su opinión y conocerla mejor. Salimos del café y llovía. Caminamos sin rumbo y los libros estaban bien protegidos en su morral. Nos sentamos en un parque sin nada qué hacer. Asistíamos a la misma universidad, así que teníamos mucho tema de conversación. Era casi de noche y recordé que debía volver a casa. No quería regresar, era tan buena la compañía. Llamé para decir que no volvía, que me iba a un concierto equis y que no me esperen. No fue mentira, asistimos a un concierto y acabamos en el bar subte de siempre. Me presentó a diferentes bloggers y fotógrafos del medio, en el concierto. Nos echamos a mirar la luna y me dijo que era un momento bonito. No se me ocurrió nada y solo la miré y sonreí. Salimos de aquello y fuimos a un bar, con muchos tragos encima. Era aquel bar que ya se caía, aquel donde los fantasmas vivían en el baño. Un tipo se me acercó para bailar y lo rechacé. Luego se sentó a mi lado y empezó a hablarme. Me sentí fastidiada por un instante. Entonces vino ella y me sacó a bailar. Morí otra vez y la cerveza estaba haciendo efecto. Salí, necesitaba aire y pensar bien todo. Llamé a mi novia y le dije dónde estaba, sin contar como me sentía. Como siempre me indicaba que ya iba a dormir, que no la llame y de una vez que vaya a mi casa. Regresé y ella pensó que yo estaba aburrida, así que nos fuimos en un taxi. Me preguntó si ya iba a casa y mis estado etílico era riesgoso. Bajamos en el edificio donde ella vivía y subimos a su departamento. Llamé a casa otra vez para decir que no dormiría ahí esa noche. No quería nada, ni a ella ni a nadie. Me llevó a su habitación y ella dormiría en el de su madre porque su familia estaba de viaje y porque su perro la iba a extrañar. Me metí en su cama y cerré los ojos para dormir por fin. Entró al cuarto y se echó a mi costado diciendo "creo que no es buena idea dormir sola, conversemos". No lo creía. Se acercó porque hablaba bajito sobre un libro de Stendhal y yo sin entender un carajo. Mi estado etílico y sentimental no ayudaban. Cerré mi mente y los ojos, dormí. No había sido un sueño. Desperté y ella estaba preparando un desayuno, indicando que yo había dormido tranquila toda la noche. Tomé la leche caliente rápido y salí de ahí. Antes de eso, le agradecí infinitamente por todo. En la calle pensé que todo estaba mal, que no debí salir de casa y que mi novia me iba a matar. La verdad es que nunca lo hizo y lo otro es que, debí hacer algo. Meses después la novia que tenía me dejó por otras razones y fue entonces que creí que mi fidelidad era extrema aquella noche. A veces paso por la calle de su departamento y lo miro con nostalgia. Ella se ha alejado un poco de mí, aunque volví a verla algunas veces...no fue igual.